POR: JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
El paso del huracán Iota, por nuestro archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, ha sido devastador. Este tifón de categoría cinco, que nunca se había visto en el territorio colombiano, viene a ahondar los males que ya había materializado la pandemia. El nuevo fenómeno destructivo, guardando las proporciones, a la manera de la sentencia de la Corte Internacional de la Haya sobre la plataforma continental y el mar territorial, cada uno con su potencial demoledor, realizan su propio daño; la sentencia humilló y envileció al alma de los isleños y ahora el huracán arrasa con la infraestructura de las islas y con su patrimonio.
El ciclón Iota afectó al archipiélago y los coletazos de sus lluvias también se sintieron en Atlántico, Bolívary otros departamentos del Caribe colombiano. Además, la alerta por laslluvias se extiende a otras regiones del país como Antioquia y Bogotá, causando graves deslizamientos de tierra y desbordamiento de ríos y quebradas; la situación en Dabeiba es preocupante, varios muertos y desaparecidos; el fenómeno de “la niña” se ensaña por todo el territorio nacional.
Al actual Gobierno le ha tocado lidiar con todos los males. Primero la pandemia de la cual no salimos y que ha comprometido innumerables recursos nacionales y ahora un nuevo desastre, el cual hay que atender y de manera inmediata para socorrer a nuestros compatriotas afectados por la inclemencia del temporal; la temporada de huracanes termina el 30 de noviembre, aún podrían presentarse nuevas situaciones de emergencia, con altas probabilidades de que así suceda. El Presidente lidera la respuesta del Gobierno Nacional a la situación de desastre tras el paso del huracán desde el Puesto de Mando Unificado ubicado en Cartagena.
Se estima que en Providencia el 98 % de la infraestructura estaría gravemente afectada; el hospital perdió su techo y los equipos se destruyeron; se tiene información de un fallecido, pero aún no se conoce un balance exacto de la situación debido a los problemas de comunicación y a los fuertes vientos que obstaculizan el acceso a la zona, tanto por vía aérea como marítima.
Se pretende despejar el aeropuerto El Embrujo de la isla de Providencia lo antes posible para poder llegar con el material de apoyo humanitario y poder prestar atención a la población afectada. La Armada nacional también se ocupa del traslado de miles de toneladas de ayuda en coordinación con la Cruz Roja.
No obstante, la emergencia requiere del apoyo y respaldo de todos los colombianos; del sector público y privado y es necesario activar todos los mecanismos de solidaridad y cooperación. Los desastres que estamos viviendo deben activar un trabajo colectivo nacional; unir a todas las personas tan polarizadas por la actividad política y despertar nuestra solidaridad como seres humanos habitantes de la misma nación. Tanto desastre y tanta muerte hace pensar en el valor de la vida; la ciudadanía y la sociedad, tienen que emerger más solidarias, más compasivas ante esta nueva crisis.