Don Juan Rafael, vecino de Envigado, introduce esta nota con un sentido texto: “Fuertes chillidos a lo lejos se escuchan. De pronto, el firmamento nos presenta una danza, una acrobacia, un juego; y los causantes de tremando alboroto, para muchos, son los halconcillos, para otros gavilancillos y hasta aguiluchos le llaman… Pero son las piguas”. Conozca sobre esta ave que también habita en el municipio.
El sirirí común no la puede ni ver. Apenas siente que una pigua se acerca a su nido, esta especie de ave comienza a corretearla, dándole picotazos en la cabeza, tal cual la furia de una madre al defender a sus pichones. La pigua (Milvago chimachima) es un ave que hace parte de una familia de 18 especies muy especializadas, tanto en la cacería aérea como en ser carroñeros: los halcones.
“Milvago viene de la expresión en latín: milano. Y chimachima es un nombre onomatopeya, usado en Argentina para referirse a esta ave. Desde primeras horas de la mañana tienen actividad, cuando en su danza aérea lanzan ese fuerte chillido, realmente es su llamado para comunicarse y para atraer a la hembra... y hasta para ‘levantar’ las amplias bandadas de palomas que se ubican, en este caso, en los parques de los municipios del Aburrá Sur”, explica Juan Rafael Gómez Arbeláez, codirector del proyecto Aves en el Medio y asociado a la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO).

Es pariente del halcón peregrino, el mandamás de la “gallada”. Esta prima rebelde “espera a que su familiar cace y acabe de comer y va a los altos de las edificaciones para comerse la carroña. De ahí su importancia como controlador natural manteniendo un equilibrio natural entre especies menores”, agrega el experto.
Su hábitat y ubicación geográfica la delimita desde Centroamérica hasta los bordes de Suramérica, y aquí en el Valle de Aburrá ha colonizado prácticamente toda el área. “Es una especie residente y el alboroto mayor se da cuando saca a su cría para explorar este encerrado y caótico mundo, lleno de cemento, y así encontrar su alimento y mantener viva la especie”.
Anidan en la parte alta de los árboles, pero en zonas más boscosas la pigua suele poner sus huevos en el suelo. Ya sabe, señor lector, si siente una bulla similar a la del águila o el halcón, asómese a su ventana, puede que lo esté visitando una bella y particular pigua.
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